-Voy a descender un poco más -le dices a Silvia, al tiempo que haces que la avioneta trace otro círculo.

-¿No será peligroso? -pregunta-. Se me está poniendo la piel de gallina.

-Sólo quiero averiguar si es Paula -le respondes.

Gotas de sudor corren por tu frente, pues sabes bien que no deberías volar tan bajo-. ¿Puedes ver algo más? -inquieres.

-Sí -contesta Silvia-. Creo que puedo ver una de las caras. Parece...

Nunca acabarás la frase. Una fuerza invisible lanza la avioneta hacia el oceano. No hay tiempo ni para pensar. Lo único que podéis hacer es gritar mientras caéis más y más hacia el mar.

Sientes una terrible sacudida. Una de las alas se separa, luego la otra, y todas las ventanillas saltan hechas añicos. La avioneta empieza a partirse en pedazos, y Silvia y tú os abrazáis desesperadamente mientras el agua os engulle.

 

FIN 

 

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